LAS COSAS QUE NO PERDIMOS EN EL FUEGO
- jimenacherrywriter
- 1 oct
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THEMIDORE DE GODARD D´AUCOUR Y LA LITERATURA LIBERTINA

Allí donde queman libros, al final, queman personas
-Heinrich Heine
Era el siglo XVIII y la Revolución francesa estaba próxima a terminar con el antiguo régimen y su sistema de valores sociales, cuando comenzaron las hogueras de ideas. Centenares de libros fueron quemados públicamente. Libros que eran objeto de represión, condenados al fuego por promover ideas contrarias a las normas religiosas y morales. La quema de estos libros era un acto simbólico para demostrar el control de las autoridades sobre el pensamiento y la cultura. Era un acto desesperado porque el fuego se llevase todos los pensamientos impuros que incitaban a las juventudes a alejarse de la norma. Un acto fracasado, por supuesto. El fuego no alcanzó a quemarlo todo, y aunque lo hubiese hecho, nadie se esperaba que aún en las cenizas se mantuviera firme una resistencia: «No fueron los virtuosos sino los voluptuosos los que hicieron la Revolución francesa» (Baudelaire 3).
Es en este periodo, tan lleno de caos y destrucción, que el término ‘libertino’ amplía su significación. Por ‘libertino’ se entienden un sinfín de cosas. Por un lado, alude a un hombre de costumbres depravadas, «confundiendo un término religioso con la libertad sexual y dándole un sentido peyorativo que se impone durante el Siglo XVIII» (Armiño 9). La segunda acepción del término corresponde a su raíz latina; un libertino es el hijo de un esclavo que ha sido liberado, una segunda generación de individuos que gozan de su libertad aunque parecen conservar socialmente una mancha original.
El libertinaje es la consecuencia inmediata de una quiebra de los modelos: el modelo de explicación del mundo por la ciencia; por tanto, el modelo de discurso teológico; el modelo de práctica cristiana; el modelo político y civil que conduce a la instalación de una monarquía absoluta; el modelo social donde se produce el conflicto entre los privilegios de nacimiento y el mérito personal; el modelo de literatura y de escritura. Francia vive un momento peligroso donde deben ser redefinidas las relaciones con Dios, con el mundo, con uno mismo y con los demás (Prévot 20).
El libertinaje fue un fenómeno cultural que reivindicaba el placer como ética; esto trajo como consecuencia que la sexualidad se impusiera en la narrativa del siglo XVIII donde el amor tardío medieval y la metafísica del siglo XVII van desapareciendo. Entra en escena una sexualidad directa, violenta, con todos sus modos de existir. Escenas de voyerismo, homosexualidad e intriga que se caracterizan siempre con el deseo como motor de la trama.
Cuando la literatura libertina se populariza, no tardan en ser castigados con la muerte o con condenas perpetuas, los autores, impresores y cualquier implicado en el comercio de las ‘obras prohibidas’. Sin embargo, esto no hace que desaparezca. La literatura del libertinaje rehúye del fuego y encuentra un lugar seguro en la metáfora, en el uso de juegos de letras para nombrar figuras eclesiásticas y políticas de la época, así como del humor y la ironía disfrazada de reivindicación.
Así, en 1744, aparece una de las novelas principales de la literatura libertina: Themidore de Godard d´Aucour, sigue la moda que invade Francia de describir aventuras galantes. Hace una crítica a burgueses todopoderosos que mantienen a jóvenes lujuriosos, condesas, etc., exponiendo sus vicios (Armiño 121). Thémidore fue la primera novela de Godard d´Aucour y la primera en costarle al librero-editor Mérigot quince días de cárcel. La censura provocó que la novela haya sido olvidada por casi tres siglos, hasta que fue recuperada en diversas antologías de relatos libertinos, siendo Cuentos y relatos libertinos del Fondo de Cultura Económica, la edición y traducción más reciente de la obra publicada en 2010.
Thémidore es una historia que se divide en dos partes, dos cartas enviadas al Marqués de Doncourt y recuperadas por una persona cuya identidad no conocemos. Es decir, Thémidore sucede como una conversación de tres vías. El autor de las cartas, el Marqués que las recibe, y la persona que las ha encontrado y ha escrito el preámbulo.
La historia de las aventuras de Thémidore personaje inicia con una advertencia al lector, recurso muy utilizado en las novelas de libertinaje, con el fin de justificar, explicar y prevenir al lector de la obra. En la advertencia se nos explica que las cartas fueron escritas por un consejero del Parlamento, un joven que «acaba de entrar al mundo y no ha tenido tiempo de alcanzar la sensatez» (124).
No aconsejamos a las almas escrupulosas poner los ojos sobre estas aventuras: en ocasiones son excitantes y capaces de provocar ideas extremadamente vivas; sólo han sido escritas para ser leídas por inteligencias que ya están de vuelta de las frivolidades, o que viven con ellas (124).
La trama consiste en la historia de Thémidore y cómo él y sus amantes viven los ideales del libertinaje. Exploran los placeres de la sexualidad en todas sus formas, hasta que una de ellas, el principal objeto de deseo del personaje, Rozette, es encerrada en un convento por sus padres para ser alejada de toda la depravación a la que Thémidore la ha llevado. El resto de la historia trata de Thémidore y sus amigos iquienes intentan sacar a Rozette del convento ejecutan todo tipo de traiciones, fraudes y herejías; hasta que lo consiguen.
En este ensayo me centraré en hacer un análisis literario —algo muy poco común para este tipo de obras— y analizaré cómo es utilizado el lenguaje para hablar de la sexualidad y los principios del libertinaje, así como de su importancia como movimiento literario. Desde el título, la novela ya está haciendo una crítica. Thémidore viene del vocablo griego θεός «Dios» y de δῶρον «regalo», por lo que Thémidore significa «regalo de Dios». Asimismo, la novela inicia con un epígrafe de una cita de Ovidio que dice: «A los ciudadanos romanos convienen las justas amorosas en los blancos prados» (126). Dicha cita no se encuentra en Ovidio, es falsa. En las dos primeras líneas de la novela aparece ya el primer ataque a la religión y los textos clásicos, citados incansablemente en la gran mayoría de los textos de la época.
Thémidore es una obra sumamente poética que entremezcla cuestiones estéticas con asuntos sociopolíticos. Godard d´Aucour no duda en hacer uso de referencias eróticas a figuras de la antigüedad y de la política o la iglesia de su tiempo para concederle un peso mayor a la crítica satírica de la novela. Hay más de 50 referencias, por mencionar algunas, d´Aucour se burla de: Julien Le Roy relojero del rey, de los príncipes de Condé y Conti, de Vulcano el dios del fuego, de Francois Massialot autor de los libros de «nueva cocina», de la princesa Palatina, de Charlotte- Elizabet de Baviera esposa de Felipe I, de Jonatán hijo del rey hebreo Saúl, de Francois Agustin Paradis de Moncrif autor de poesía pastoril, de los duques de Piney-Luxemburg, de Antoine Coypel famoso pintor, de Feudeay Marville teniente de la policía que alababa al rey, de Henri de La Tour d´Auvergne quien defendió a Luis XIV, de Tarquino el Soberbio, entre otros. Las referencias aparecen en el texto a modo de burla, sus ejemplos son utilizados cuando se habla sobre lo que «no debe hacerse» (128), lo que «verdaderamente daña el espíritu» (140) y «lo que demuestra una moral fragilizada» (142).
A la par de estas menciones, aparecen muchas otras que demuestran lo contrario. D´Aucour también hace referencia a figuras que toma como modelos a seguir porque sus historias de vida han coincidido con algún principio del libertinaje. Por ejemplo: Faetonte, hijo del Sol, conocido por perseguir su deseo hasta sus últimas consecuencias; Aníbal general cartaginés, quien prefirió envenenarse que caer en manos de los romanos; la secta de Jatab falso discípulo de Mahoma, que practicaba la «prostitución sagrada»; Pierre Nicole quien dijo que «un poema dramático clásico es un envenenador de las almas», entre otros.
Ahora, sobre el lenguaje utilizado, un juicio que suele hacerse sobre la literatura libertina es que es mayormente filosófica y cruda, se dice que carece de material literario. Sin embargo, en esta novela ese no es el caso. En Thémidore se utilizan múltiples recursos poéticos- metafóricos que, a diferencia de otros textos libertinos, sí buscan embellecer el acto sexual. Por ejemplo: «hubo de huir de un esposo que nunca será elegido para servir el néctar en la mesa de los dioses» (127) para referirse a la falta de actividad sexual o fertilidad de un matrimonio; o «caímos en una especie de precipicio en el que ella ayudaba a sepultarme» (132) para referirse a caer en la tentación sexual/ el sexo como muerte. El lenguaje es estético, poético y cargado de simbolismos y figuras retóricas que disimulan lo crudo y explícito del acto sexual.
Asimismo, dentro de la novela aparecen, en múltiples ocasiones, discursos que expresan los principios del libertinaje, por ejemplo: «la moral es muy débil, cuando el placer anda de por medio» (132). «Toda gracia será más adorable si lleva menos ropa» (133). «Con las damas sólo hay que mostrar respeto cuando se puede faltar a él» (134). «¿Dónde iba a quedar la moral? En el fondo” (135). «Hay límites para todo, incluso para la locura” (138), «No somos audaces cuando tenemos algo de conciencia» (143). «Siendo amantes no se aburrirán jamás, pues el tiempo huye, pero sus placeres renacen» (148). Estos discursos aparecen a lo largo de la novela cuando termina de narrarse o está próximo a aparecer una escena sexual o de disfrute de alimentos y bebidas en exceso.
Un aspecto importante sobre el lenguaje de Thémidore es que, de forma poética y estética, le da voz a figuras sociales que han sido condenadas al silencio, a no poder tener una voz propia, y mucho menos un monólogo completo. Aquí hablan las prostitutas, los bufones, y las mujeres solteras, y desarrollan argumentos políticos. Dichos discursos, en su forma y lugar de enunciación, poseen en sí mismos un aire de trasgresión deliberada. Una prostituta enunciando su situación y las injusticias que vive, sin duda, era algo que no se había visto anteriormente, era algo que la sociedad de su tiempo buscaría quemar a toda costa. Por ejemplo, en la primera parte de la novela, Rozette discute la posición de las mujeres con su amante:
Nosotras miramos a los hombres a escondidas, lo hombres devoran a las mujeres bajo sus grandes sombreros. Los hombres vienen a buscarnos; las mujeres se deslizan hacia nuestros amos. Nosotras arruinamos a nuestros amantes; ellos hacen fortuna por medio de sus queridas. Nosotras vivimos en la opulencia mientras somos jóvenes; ellos sólo cuando envejecen viven acomodados. Nosotras somos prudentes y algunas veces santas al final de nuestros días, los abates, por el contrario, son más libertinos en el declive de los suyos. La necesidad decide nuestra vocación; la suya casi siempre la decide el interés; damos al mundo lo mejor que tenemos, y la Iglesia suele rechazar la naturaleza (137).
Por último, me gustaría hacer énfasis en el final de la novela, pues se aleja del esperado «final feliz» y pone sobre la mesa otro ideal libertino de gran importancia. Después de que Thémidore consigue que Rozette sea liberada del convento, cada quien toma su camino y deciden mantener una amistad. Para el libertinaje, el matrimonio o la unión perpetua de las almas, no representaba más que otra de las muchas imposiciones sociales de las cuales no estaban de acuerdo. Por lo que cobra sentido que los personajes, dos libertinos, después de luchar por la libertad del otro y de hablar de amor en repetidas ocasiones, no necesiten casarse para mantener una relación sexo-afectiva sana.
El principio elemental del libertinaje trata de hacer a cada persona dueña de su cuerpo y de su voluntad en nombre de una ley natural cuyos instintos han sido satanizados por la religión católica (Armiño 122). De ahí que tengan que defender todo lo que es condenado, con la amenaza de la hoguera en el horizonte, bajo el nombre de vicio: sodomía, aborto, lesbianismo, incesto, onanismo y masturbación; que es para filósofos y novelistas libertinos el anticlericalismo lógico. El placer se convierte en motor único de la vida humana. Su única respuesta a una sociedad que se cae a pedazos es el propio cuerpo. Ahí es donde recae la importancia de la literatura erótica en la historia, donde la sexualidad también funge como respuesta a un régimen. Una prédica profana «ha fustigado el antiguo orden, denunciado las hipocresías, cantado el derecho de lo inmediato y lo real» (Foucault 11) a través del lenguaje y ha hecho, que volteemos a ver, al menos por un instante, todo lo que puede hacer el lenguaje del cuerpo. En ese combate de cuerpos estos usos del lenguaje brindan como imagen, como nuevo lenguaje, no un delirio, sino un lirismo que ha ganado libertad corporal y poética.
La capacidad y el atrevimiento de enunciar y denunciar al orden establecido con el lenguaje de lo profano, no acaba en el libertinaje, que inspira a escritores y artistas posteriores, como es el caso de los poetas malditos. Una generación entera de escritores, que trataban como figuras poéticas al diablo, a las prostitutas y a la depravación, mientras enunciaban que «el mal» también tenía belleza. Quizá había mucho más que decir de aquello condenado al mutismo que de lo permitido. Así, pese al fuego silenciador de la iglesia y la monarquía, pese a los quince días de cárcel, Thémidore y las demás novelas herederas del libertinaje, en realidad no perdieron nada.
Obras citadas
Aguas Leal, Jorge. La literatura libertina: Una reivindicación rebelde del papel político de la pornografía.
Universidad Veracruzana, 2019 https://www.academia.edu/ 48878834/la_literatura_
libertina_una_reivindicacion_rebelde_del_papel_politico_de_la_pornografía
Alejandrez, Pedro Hugo. El mapa del cuerpo libertino. Acta Poética, Scielo, 2018.
30822018000100135
Armiño, Mauro. «Prólogo». Cuentos y relatos libertinos. Fondo de Cultura Económica,
2010.
Baudelaire, Charles. «Prólogo». Las relaciones peligrosas. Sexto Piso. 2022.
Conde de Arriaga, José Francisco. «Del libertinaje como una de las bellas artes: el Marqués
de Sade y Los 120 días de Sodoma». Tierra Dentro, 2020. https://tierraadentro.
fondodeculturaeconomica.com/del-libertinaje-como-una-de-las- bellas-artes-el-
marques-de-sade-y-los-120-dias-de-sodoma/
D´Aucour, Godard. Thémidore. Fondo de Cultura Económica, 2010.
Foucault, Michel. Historia de la sexualidad 1: La voluntad del saber. Siglo XXI Editores,
2023.
Nieto, Irad. «Literatura libertina: Más allá de todos los frenos». Revista Akantilado,
todos- los-frenos/
Prévot, Jacques. Libertines du XVIII siécle, Gallimard, Tomo 1, 1998.







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