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POÉTICAS DE FRAGMENTO OLVIDADO: LOS TEXTOS PERDIDOS DE GLORIA GERVITZ

  • jimenacherrywriter
  • 3 oct
  • 10 Min. de lectura

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La obra de Gloria Gervitz siempre me ha parecido un trance, un aparecer en la página. Algo tiene de eterno presente que se mueve en su espacio de hoja de papel. Migraciones es la culminación de ese trance, un estar como mirándote a ti mismo por 44 años, para al final darse cuenta que lo visto no es un reflejo lineal, no es un espejo, es más bien un río donde a veces se mira un rostro y otras se miran todos los rostros. Migraciones es un río caudaloso que no deja de fluir sobre sí mismo. Mucho se ha dicho de él. Incluso se ha hablado de la misma categoría de referirse al poema como él y luego se defiende que Gloria decía que era un él y la duda queda resuelta. Incluso se ha buscado más bien nombrarlo EL y hacerle una reverencia. Con eso quizá estoy más de acuerdo. Al final concluyo que el reflejo en el río de Migraciones ha representado múltiples formas de verse para muchas personas. Quizá todos hayamos visto en Migraciones algo distinto.


Nunca leí Migraciones con la idea de comprender el reflejo. No me adentré a preguntar qué querían decirme los vacíos, ni las preguntas, ni las y que siempre suponen que algo hubo antes y algo habrá después. Nada. Devoré y asumí ese trance completo, no pude pararme de seguir leyendo, pero nunca pretendí que al consumirlo podría llegar a comprenderlo. Asumí que era una de esas cosas que se vive y lo reafirmé cuando conocí su historia. Migraciones es, sin duda, un poema vivido.


Todo esto lo supe antes de descubrir que Gloria Gervitz había sido mi vecina, que había estudiado en la misma universidad que yo, que también había sido hija única y que también hacía listas de personas que quería que leyeran su libro. Ahí comencé a pensar que quizá el río por el que Gloria escribió Migraciones y mi río no son tan distintos.


Nada de esto lo hubiera sabido si un martes no me hubiera congelado por cuatro horas en Acervos Históricos de la Biblioteca de la Ibero buscando sobre qué hacer este ensayo. Lo que pasó fue que leí todos los reflejos que me encontré de Migraciones y, aunque tampoco pude pararme de seguir leyendo, sentí que todo lo académico ya había sido dicho. A todos los reflejos ya se les había rascado todo lo que tenían de serio, pero a mí me parecía que algo había de la voz de Gloria que no se estaba oyendo. Fue así como encontré la caja 12 del archivo. La bauticé como: “La caja de los escritos perdidos” y, sin saberlo, encontré una poética en los fragmentos olvidados. Gloria escribió mucho más que Migraciones y de eso no se ha hablado más que para pretender sostener un reflejo.


Todos estos textos perdidos quizá desembocan en una nueva lectura de Migraciones, no lo sé. Por ahora me interesa pararme en las orillas del río, en las orillas perdidas carcomidas por el tiempo. Este texto no trata sobre Migraciones (aunque sí tenga todo que ver con Migraciones) si no sobre las prosas, los cuentos, las cartas y alguno que otro texto marcado como confidencial que encontré en la caja de los escritos perdidos. Se trata de una poética de fragmento olvidado y de un volver a coser los hilos de un texto perdido.





  1. EL ARTE DE VER



Una anécdota. Resulta de Rodin le sugirió a Rilke ir al zoológico de París para aprender a ver. Había que mirar a los ojos a un animal, verlo realmente. Rilke pasó semanas viendo a una pantera hasta que ésta lo notó a él. Después: escribió.


Gloría escribe: “mi modo para explicar el arte de ver es…” y procede a narrar la anécdota (5). Y en otro texto “los poetas nos movemos en la cuerda floja todo el tiempo, te pones con la poesía en una cierta situación límite dentro de ti, que tiene el riesgo del límite, también su vértigo; es un éxtasis. Todo el tiempo bordeando el abismo” (2). Para escribir y para ver hay mucho de sentirse visto, de ser observado por el abismo. Rilke no pudo ver y no escribió hasta que no se sintió visto. Hasta que, a través de los ojos de la pantera, como de un buen maestro, no se vio a sí mismo reflejado en una representación del riesgo e incluso de los límites de su propio cuerpo.


Su mirada, del incesante deambular por la jaula

está tan exhausta que ya no retiene nada

el mundo es sólo mil barrotes

y más allá de las rejas, nada (5).


Esta es la mirada que Rilke vio (traducida por Gloria) en la pantera. Una mirada vacía, perdida y exhausta, en la que, sin saberlo, Rilke encontró lo que para Gloria es el comienzo de la escritura: el hueco. “El arte, escribir, parte de una carencia o un hueco que se quiere llenar (…) Todos traemos huecos y vacíos y en parte uno escribe para ver más allá. Escribes un poquito para que te quieran, para que te vean, porque te das cuenta que puedes tocar con eso. Y que puede tocar tu poesía” (2). La anécdota de Rilke con la pantera tiene mucho de poesía o de, lo que es lo mismo, de ser tentado por lo que no se es y no se tiene, de intento de liberación. Asimismo, la poesía de Gloria tiene mucho de rilkeana, para ambos la poesía “hunde sus raíces en la propia historia” y para alcanzarla hay que “mirar hacia ti mismo” (Rilke 4).




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  1. LA LLAVE DEL JARDÍN


“Somos un pueblo que, desde el punto de vista ordinario de autoconservación, deberíamos olvidarnos nosotros mismos; no podemos, no queremos.”


En su ensayo “Le extradición”, Ricardo Piglia reflexiona que escribir es un acto de memoria. Dice que “se aprende a escribir a partir de la memoria” (5). De este acto de memoria se desprende la poesía de Gloria, del exilio quedan las palabras: “En el exilio los sueños se desfondan. Hay un endurecimiento de la luz, una resequedad. Quedan las palabras. Sólo ellas en su misericordia la reciben, a ella, la exiliada, la que no tiene más lugar que la añoranza del lugar y el tiempo que pasa” (2). Y es que, es el exilio el que nos obliga a la confrontación con el silencio, con lo callado, con lo que aparentemente ha sido olvidado: “La palabra es, ante todo, descifrar lo que se siente. ¿Nos protege? No, en realidad nos expone. Y la palabra es riesgo de no encontrar nada, pero también es el riesgo aún mayor de encontrar algo. Y hemos tenido que aprender la infinita paciencia de la arena”. Toda la literatura es eso, una confrontación con el silencio y con la propia historia.


El escritor es un rastreador de su propia memoria, busca los restos, las huellas confusas, las errancias. Para Piglia, el escritor trabaja con dos cosas: la tradición casi olvidada y la obligación de indagar en la frontera (6). “La llave del jardín” es un texto que se enuncia a partir de la tradición y la frontera, en el que su narradora se pregunta: ¿Qué queda?”. Es ese territorio de la errancia donde un escritor asienta sus raíces. Todo escritor acaba por encontrarse “ahí en el silencio enorme de la palabra, a la intemperie” acaba por “hacer de la palabra su casa” (2). La palabra para el escritor carga con “las nostalgias, el lugar del encuentro, el abismo, el balbuceo del amor” (2). Gloria se refiere en todo momento al pueblo judío, su propia errancia de escritora se encuentra enmarcada por su vida familiar. “Esa es su única certidumbre. Lo que ya fue. Lo que no será más” (3). Lo que queda serán las palabras que ella escriba, para arrancarse del olvido. Al final, para ser parte de su tradición: “quedaron las palabras como semillas en la tierra” (4).




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  1. LOS CUENTOS MUERTOS


Gloria decía que sus textos gestaban dentro de ella. Escribir era como ser una elefanta que tiene largos periodos de gestación y al final los poemas “se me hacen chiquitos, no me crecen, al revés, yo de entrada escribo mucho más de lo que queda ahí” (3). Además de ser una cría de elefante, para Gloria el poema era también un árbol, y cada sección eran ramas alimentadas por la misma savia. Me gusta pensar que hay dos ramas chiquititas de su árbol-elefante migratorio que de las que no se habla, dos ramas que fueron “más de lo que queda ahí”, pero es claro que fluye por ellos la misma savia, la misma angustia y la misma muerte.


Gloria también escribió cuentos. La caja de los escritos perdidos albergaba dos: “Verano” y “El cuento del osito de peluche que murió en la feria”. El primero va sobre ser parte de un caldo de verduras, sobre ser una verdura en un caldo de agonías, sobre morir hirviendo entre el calor por un pedazo de metal que algunos llaman cuchara, pero en el cuento no porque las verduras no sabrán nunca qué es una cuchara. El segundo, diferente pero muy similar, va sobre un oso de peluche que muere bajo los rieles de un juego mecánico en la Feria de Chapultepec. Gloria también decía que “¿qué es la poesía si no el profundo deseo de la voz de llegar al otro?” (79) y, asimismo, ¿qué es la muerte sino “el umbral de un viaje en el que ya no hay yo para el yo, sino desplazamiento infinito, donde es otro el que nos mirará desde el lado de los vivos?” (Galindo 137). También se escribe desde este no yo. Desde el desplazamiento del yo y desde la muerte.


El famoso yo es otro de Rimbaud, nos permite ser una verdura de un caldo, nos permite ser un oso de peluche y morir con ellos. Por un instante, escribir también es una cercanía a la muerte. “La muerte [en literatura] es el comienzo de una desposesión, pues al morir el yo se es ahora de todos a través de la memoria. Después, al volver de este sueño o viaje hacia la otredad, la vida vuelve a la monotonía de la constante invención del yo” (Galindo 137). Escribir sobre la muerte, ser el muerto un instante, permite al escritor desdoblarse en la búsqueda de sí mismo, para moverse en busca de su deseo, de migrar. En esta migración reside la literatura.


Se piensa que el poeta no inventa, solo expresa o, lo que es peor, confiesa lo que siente. No es verdad. El poeta inventa, se inventa a sí mismo, así, él mismo se vuelve otro, y ese otro

que uno es y que nos inventamos, es en realidad una búsqueda, ¿de quién? del desconocido, de esa desconocida que yo soy para mí (sp).



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4. UN DÍA ME VOY A IR DE AQUÍ


Gloria decía que para escribir no había trazado nunca un plan, que la escritura nace de sí misma, “se da la libertad de darse (…) es un descubrimiento de mí a través del poema que me impone su tiempo y su estructura” (269). El poema es así por que el trabajo del escritor es estar atento a esa voz que dicta los poemas, un soy yo, el poema es “una de las tantas voces que me habita”.


La poesía ha sido el puente que he tendido de mi a mí misma, de esta yo a la otra yo que sabe lo que no sé y me dice y se dice y me sorprende siempre y me acoge en ese su regazo de mí y me va diciendo y yo voy reconociéndome en lo que dice, puede parecer soberbia pero no he buscado he encontrado, y el poema es, ha sido, el largo camino hacia mí (269).


Hay muchos textos en la caja de los escritos perdidos que son eso, una divagación, un y perpetuo, un trance. En estos trances, sin puntuación, pues para Gloria esta también impide el flujo del poema, le habla a su casa: “El día que este con alguien me iré porque tu eres yo y yo soy tu y nadie se podrá sentir a gusto aquí será como un intruso porque tu y yo hemos hecho lazos tan intensos que no dejamos que nadie entre aquí”. En otro trance, Gloria habla con la vida y la muerte con las que se tiene un pacto para escribir: “Traigo a la vida y a la muerte dentro, las dos tienen mucha fuerza y son enemigas de siempre. La vida ha vencido hasta ahora, aunque ya la muerte me ha probado su tenacidad, su fuerza. Ya conviví con ella tres días (…) mi cuerpo ante tanto dolor se hundió en el olvido, en la que sólo me alimenté de lágrimas y sollozos y (…) me lancé sobre la vida tratando de cortarla, con el hacha que un día, no se cual día, le pedí prestada a la muerte” (3). Y en otro trance, el flujo de conciencia intercede entre la vida y la muerte: “Soy como las rocas del tiempo, los golpes ya no me destruyen he recibido demasiados; quizás solo la dinamita me desintegre en mil pedazos. La dinamita la traigo dentro. ¿Habrá alguien que prenda esa antorcha que puede convertirme en polvo y viento al mismo tiempo?” (3).


Hablar de la propia poesía es a fin de cuentas hablar de ti y aunque digas cosas inteligentes, la mayor parte de las veces tienen muy poco que ver con la energía de un poema y no es que el poeta no pueda hablar de su quehacer poético, pero te arriesgas a echarle luz a lo que debe permanecer en lo oscuro -las raíces si las sacas de la tierra se secan - las sílabas estaban en cuevas para decir el oráculo. Se escribe de lo que se desconoce si no, no se escribiría, decir entonces que sabes es una soberbia, un querer dirigir, domar, entender lo oscuro de esa expansión de la conciencia. Hay que hacerse uno con la oscuridad y aprender a quedarte ahí adentro de lo adentro de la crisálida, de la celda, de la tierra, del corazón, y ...the heart is an unruly Master (269).


Escribir es exigirle a la propia vivencia. Ante el misterio del poema uno solo puede doblegarse y recibirlo sin preguntar. No hay antes ni después del poema, es la escena, es el instante, ocurre a puerta cerrada y el escritor sirve de voyeur. Escribir tiene que ver con la mirada, con no soltarse de la voz que nombra. “No hay antes ni después, no sabemos qué desiertos tuvo que atravesar el poeta para llegar a la palabra, para nombrarla, para llorarla la página como de agua las líneas que nombran, [las palabras son] troncos uno y otro a intervalos regulares en la página, como un pulso” (s/p). Y al final “el poeta pide, el poeta ruega, el poeta es golpeado en el silencio de su palabra, el paisaje es adentro y está tan desnudo como el cuerpo ofrecido del amor, el lugar siempre es frágil”. Escribir siempre implica ausencia, implica rescatar los textos perdidos, librarlos de ser condenados al olvido y hallar en éstos una poética.


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OBRAS CITADAS

Favela, Tania. Este es el testimonio del oyente: Aproximaciones críticas en torno a

Migraciones de Gloria Gervitz. Bonilla Artigas Editores, Universidad Iberoamericana, 2024.

Gervitz, Gloria. Migraciones. Manos de Hacha, 2016.

---. Migraciones. Manos de Hacha, Universidad Iberoamericana, 2020.

---. “La llave del jardín”. Archivo Gloria Gervitz. Caja 12. Biblioteca Francisco Javier

Clavijero, Universidad Iberoamericana.

---. “Verano”. Archivo Gloria Gervitz. Caja 12. Biblioteca Francisco Javier Clavijero,

Universidad Iberoamericana.

---. “El cuento del osito de peluche que murió en la feria”. Archivo Gloria Gervitz. Caja 12.

Biblioteca Francisco Javier Clavijero, Universidad Iberoamericana.

---. “Un día me voy a ir de aquí”. Archivo Gloria Gervitz. Caja 12. Biblioteca Francisco Javier

Clavijero, Universidad Iberoamericana.

---. “Poetry is an unruly master: Notas sobre la poesía”. Archivo Gloria Gervitz. Caja 12.

Biblioteca Francisco Javier Clavijero, Universidad Iberoamericana.

---. “Algo sobre el poema Migraciones”. El poeta y su trabajo, no. 34, pp. 23-4, 2009.

Piglia, Ricardo. “La extradición”. Antología Personal. Fondo de Cultura Económica, 2023.

Rilke, Rainer Maria. Letters to a young poet. Akal, 2016.

 
 
 

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